La política exterior de la izquierda necesita una actualización

Caren Lay, diputada de Die Linke (La Izquierda), trae algunas preguntas y propuestas para la política exterior de este partido político alemán.

Tambalean muchas posturas de la izquierda tras la brutal e ilegal invasión de Putin a Ucrania, un país vecino soberano. Prácticamente de la noche a la mañana se han deslegitimado, de una vez por todas, actitudes que habían formado parte de la agenda de política exterior de muchos compañeros de la izquierda. Sobre todo, una posición más o menos claramente articulada del lado de Rusia, que no se ha abandonado ni siquiera ante el gobierno cada vez más autoritario y represivo de Putin. Hay gran unanimidad en el partido Die Linke de que esta invasión representa un hito. Ahora es el momento de hablar de lo que significa concretamente este hito para el futuro de la política exterior de la izquierda. La líder de nuestro partido, Susanne Hennig-Wellsow, ha abierto el debate y ha formulado algunas preguntas muy pertinentes. En su carta a la bancada de Die Linke, nuestro portavoz de política exterior, Gregor Gysi, además nos advierte que ante este hito debemos «pensar también en nosotros mismos». Me gustaría hacerme eco de ello y compartir mis reflexiones con ustedes.

En mi evaluación sobre las elecciones parlamentarias de Alemania planteé: «Querida izquierda, tenemos que hablar», porque nuestra política exterior ya demostró ser el talón de Aquiles de la política de izquierdas durante la campaña electoral. Ya sea nuestra posición sobre el mandato de evacuación en Afganistán o nuestra exigencia de disolución de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), nuestras posiciones en política exterior ya no son comunicables a muchos de nuestros votantes. Los líderes de nuestra bancada y nuestro partido anunciaron, con razón, un nuevo desarrollo de la política exterior de la izquierda. Ya es hora de hacerlo.

La Rusia de Putin ya no es el país con el que muchxs compañerxs se sentían solidarios desde hace tiempo. El amor por el pueblo y la cultura, la gratitud por la liberación del Ejército Rojo, no deben ocultar la política represiva de Putin. Hay mucho que trabajar aquí: la actitud implícita y en gran medida acrítica hacia la política rusa dominante ha sido un problema durante mucho tiempo y ha llevado a que tuviéramos una posición poco clara en los conflictos centrales; o incluso peor, gracias al fuerte partidismo de algunos individuos, se creó la impresión de que estábamos en el lado equivocado. Veamos, por ejemplo, la anexión de Crimea, que hay que condenarla de forma inequívoca y sin ambigüedades como contraria al derecho internacional, había que recordarlo de vez en cuando. No prestamos suficiente atención a la guerra en el Donbás, y a veces incluso dimos la impresión de que simpatizábamos con los separatistas rusos. Otras agresiones de Rusia contra sus países vecinos tampoco sirvieron de lección, no llevaron a un reconocimiento más temprano y claro del carácter agresivo e imperial de la política de Putin. Ante las acciones militares rusas en Siria, algunos señalaron que no se debe permitir que el Estado sirio se desintegre. La represión masiva de los activistas de la oposición, de los periodistas, de la sociedad civil y especialmente de las personas LGBTIQ en Rusia no se discutió lo suficiente y no se percibió como una señal de alarma. Lo mismo ocurre con las políticas de Putin en favor de la oligarquía rusa, que vive a costa de la gran mayoría de la población. Asimismo, al evaluar las protestas del Maidán, en 2013 y 2014, en Ucrania, algunos adoptaron con demasiada facilidad la narrativa de que se trataba principalmente de una actividad de la extrema derecha, controlada desde el exterior con el objetivo de desestabilizar un gobierno prorruso en Ucrania. Sobre los casos Skripal[1] o Nawalny[2], se enviaron diferentes mensajes en la necesaria condena de estos crímenes. Por último, la mayoría hemos reflexionado muy poco sobre los intereses geoestratégicos que persigue Putin con el Nord Stream 2[3].

También está claro que estos errores de apreciación no fueron cometidos de la misma manera por todos. No es ningún secreto que en el partido y en el grupo parlamentario había y sigue habiendo posiciones diferentes en muchos temas con respecto a Rusia. Quienes hemos sido críticos con la política rusa bajo el mandato de Putin durante mucho tiempo, a menudo hemos estado demasiado callados. ¡Es hora de que hablemos más alto! Pero aquellos que todavía han restado importancia a la presencia masiva de tropas rusas en la zona fronteriza con Ucrania, o que han condenado al reino de la fantasía y el belicismo una invasión de Ucrania por parte del ejército ruso en vísperas de la guerra, deberían atender el llamamiento de Jens Bisky: «Los que fueron engañados deben preguntarse por qué querían ser engañados».

Las críticas justificadas a la actuación de la OTAN en el pasado y la búsqueda del «enemigo en el propio país», muy extendida entre algunos miembros de la izquierda, han llevado a equiparar el brutal ataque de Putin con las críticas a la OTAN. Este «y tú más»[4] para señalar a la OTAN fue alimentado por algunos hasta el último segundo. Esto no sólo ha cerrado los ojos a la realidad, sino que también ha llevado a una relativización y trivialización de la agresión de Putin. Por cierto, las críticas a las acciones de la OTAN en el pasado no pueden ser retiradas. Pero nuestra credibilidad en política exterior se vio masivamente erosionada cuando algunos la pusieron al mismo nivel que la actual agresión de Putin, o incluso describieron a la OTAN como el principal agresor. En el proceso, y de manera crucial, Putin ha desatado una amenaza para la paz mundial que no existía desde hace mucho tiempo. Su neoimperialismo es profundamente despreciable. Hay otras preguntas que deben hacerse: ¿Cuántas veces, por ejemplo, han recordado los izquierdistas la promesa de que la OTAN no debe avanzar hasta las fronteras de Rusia, y cuán pocas la promesa del Memorándum de Budapest de garantías de soberanía y seguridad para Ucrania? (Para más preguntas críticas a los izquierdistas occidentales se recomienda también el siguiente texto [en alemán]: https://jungle.world/artikel/2022/08/die-linke-im-westen).

Hay mucho que trabajar aquí. Para mí está claro: ¡estos graves errores no deben repetirse! Estoy muy agradecida y feliz de que ahora estemos todos unidos en nuestra clara condena a la guerra ofensiva de Putin. Aunque tarde, este hito ha dejado claro que la política exterior de la izquierda necesita por fin una actualización inteligente, sin tirar inmediatamente por la borda los principios de la política de paz. Hay que revisar las viejas certezas, por nuestro propio bien, pero también para volver a ser creíbles. Se necesita urgentemente una voz fuerte y creíble de la izquierda en la política exterior y de paz, porque la estrategia de rearme anunciada por el canciller alemán Olaf Scholz[5] y la repetición de la guerra fría, en el «mejor» de los casos, o la absurda idea de reintroducir el servicio militar obligatorio, demuestran una vez más: ¡se necesita a DIE LINKE! También como un partido pacifista inteligente, contemporáneo y antimilitarista. Mucha gente rechaza con razón el insensato fondo especial de 100.000 millones para las Fuerzas Armadas alemanas como un programa de subvenciones: es un programa de subvenciones para la industria armamentística. Está surgiendo un nuevo movimiento por la paz, no sólo en Alemania, por cierto, sino en todo el mundo, incluso en Ucrania y Rusia. Para que estas personas vuelvan a percibirnos como un grupo de interés serio, tenemos que cambiar.

Creo que es conveniente, como primer paso, pensar en qué principios y actitudes deberían aplicarse a un mayor desarrollo de la política exterior y de paz de Die Linke, y estas son mis propuestas:

  1. Die Linke es un partido pacifista, antimilitarista. Eso es diferente de ser un partido proruso, como se nos ha percibido a menudo. Rusia se ha convertido cada vez más en un país autocrático con Putin y eso es malo. Podemos dejar tranquilamente el partidismo por un sistema autocrático a la AfD[6] y a la nueva derecha. Sus similitudes ideológicas no pueden pasarse por alto, pero no tienen nada que ver con la política de izquierdas.
  2. Como alemanes y como IZQUIERDA, tenemos una responsabilidad histórica con Rusia, así como con los demás países que fueron invadidos por la Alemania nazi, a los que se combatió con el Ejército Rojo o con la resistencia. Estamos con las personas, no con las naciones. Rechazamos firmemente cualquier hostilidad hacia los rusos, pero también hacia personas de otros países europeos del Este, que tiene una desafortunada tradición en Alemania.
  3. Los países de Europa del Este no son moneda de cambio para las autoproclamadas grandes potencias. En efecto, considero que la ampliación de la OTAN hacia el Este es un error, pero al hablar y pensar en las necesidades de seguridad no debemos pasar por alto las necesidades de seguridad de otros países de Europa del Este.
  4. Die Linke es un partido de derecho internacional, sin peros.
  5. La política exterior de Die Linke está orientada a los derechos humanos. El hecho de que se haya abusado de los derechos humanos en el pasado para justificar guerras no los convierte en una construcción burguesa. Habla contra quienes abusan de ellos, no contra los derechos humanos en sí. No en vano cantamos al final de cada conferencia del partido: ¡La Internacional lucha por los derechos humanos!
  6. La política de izquierdas se opone de forma consecuente y sin peros al nacionalismo, al imperialismo y al afán de gran poder, venga de quien venga. El antiamericanismo a ultranza y la actitud de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo» deben ser cosa del pasado.
  7. La política de izquierdas no debe aplicar un doble rasero. Sin esta claridad, no podemos criticar el doble rasero de los demás. No debe haber comprensión, ni relativización para los autócratas solo porque se oponen a los Estados Unidos, por ejemplo.
  8. No debe haber equidistancia entre autocracia y democracia. El lugar de la izquierda está junto a los movimientos democráticos de Ucrania y Rusia, junto a la oposición rusa. Cuanto antes se derribe a Putin, antes habrá una oportunidad de acercamiento entre Rusia y el resto de Europa, y esto sería muy necesario.
  9. La retirada o disolución de la OTAN y un sistema de seguridad que incluya a Rusia son una perspectiva lejana. Las formulaciones engañosas y anticuadas sobre este tema ya han caído en nuestros pies durante la campaña electoral. Ahora podemos ver eso: superar la OTAN y establecer un nuevo orden de paz que incluya a Rusia tras el fin de la Guerra Fría habría sido mucho mejor. En su momento, esta demanda también recibió un amplio apoyo. Sin embargo, lo cierto es que ni nosotros ni el movimiento pacifista fuimos capaces de poner el peso suficiente en la balanza para que esta demanda fuera hegemónica y exigible. Ahora está claro: mientras Putin gobierne sobre Rusia, no habrá tal alianza de seguridad con Rusia. La cooperación económica y de seguridad con una Rusia democrática sigue siendo un objetivo a largo plazo. Esto sólo será posible en una nueva era después de Putin.
  10. La política exterior de Die Linke debe centrarse en el fortalecimiento y la democratización de las instituciones internacionales. Hay que reforzar la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la Organización de Naciones Unidas (ONU), y reformar esta última, por ejemplo, en el Consejo de Seguridad. Pero son estas estructuras internacionales las que queremos, y no hay que descuidarlas.
  11. Die Linke defiende la ayuda humanitaria, el fortalecimiento de la cooperación al desarrollo y la resolución de conflictos civiles.

De esto se desprende:

  1. Ya no se puede mantener nuestro no categórico a todas las sanciones económicas. Aquí hay que diferenciar entre las que afectan a la oligarquía y a los que toman las decisiones, y las que realmente sólo afectan a la población empobrecida. Especialmente si queremos seguir rechazando de forma creíble las entregas de armas, necesitamos una respuesta muy diferenciada. Un ataque brutal contra un país vecino soberano no puede quedar sin respuesta por parte de la comunidad internacional. Me alegro mucho de que nuestra bancada en el parlamento alemán haya encontrado una formulación inteligente en la propuesta de resolución que hace esta diferenciación. Ahora es importante definir y conceptualizar claramente nuestras ideas sobre las sanciones efectivas contra la oligarquía. Para su aplicación sería necesario un registro de transparencia que funcione y un registro europeo de la propiedad.
  2. Nuestra posición de que Nord Stream 2 debe ponerse en marcha ya no es defendible. En cualquier caso, he cambiado de opinión al respecto. El hecho de que Alemania y la Unión Europea paguen cada día grandes sumas de dinero por el gas natural de otros gasoductos no cambia esto. Lo que se necesita, en cambio, es una inversión inmediata y a gran escala en energías renovables y suministro de calor. La autosuficiencia energética forma parte de la política de paz. El anunciado fondo especial de 100.000 millones de euros debería utilizarse para la expansión masiva de las energías renovables y la lucha contra la pobreza energética, no para las armas.
  3. Die Linke da la bienvenida a los refugiados. No diferenciamos según el país de origen o el color de la piel. Los derechos humanos son indivisibles. El gobierno federal debe apoyar mejor a los estados federados[7] y a los municipios. Los desertores rusos deberían recibir asilo.

Estas son algunas de las propuestas que me gustaría introducir en el debate sobre el desarrollo de la política exterior de Die Linke. Además, se necesita urgentemente un debate abierto y honesto sobre las cuestiones planteadas por Susanne Henning-Welsow. Estas se refieren sobre todo a la aplicación del derecho internacional. No tenemos una buena respuesta a la pregunta de qué hacemos cuando un país soberano es invadido y qué derechos de autodefensa tiene ese país. Deberíamos llevar a cabo este debate de forma solidaria.

Gregor Gysi tiene mucha razón cuando escribe que no se puede tratar de «salvar viejas ideologías». La política de izquierdas debe ser de este mundo, necesita respuestas concretas a los problemas reales. Rezar el catecismo ortodoxo no nos llevará a ninguna parte ante el hito que representa esta terrible guerra. ¿Cómo se dice? Cuestionando, avanzamos. ¡Pongámonos en camino!

 

[1] En 2018, Sergéi Skripal, un doble agente ruso, y su hija, fueron encontrados envenenados en Inglaterra. La, entonces, primera ministra británica, Theresa May, declaró en la Cámara de los Comunes que Rusia estaba «muy probablemente» detrás del ataque. Ver más: https://www.dw.com/es/caso-skripal-lo-que-se-sabe-un-a%C3%B1o-despu%C3%A9s/a-47760037

[2] Alexéi Navalny es un crítico de Putin que en 2022 fue condenado a nueve años de cárcel. Tras su retorno a Rusia luego de recuperarse de un envenenamiento por el que fue tratado en Alemania. Ver más: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60838682

[3] Gasoducto ruso creado para transportar gas a Alemania sin pasar por Ucrania.

[4] “Y tú más” o “whataboutismo”, táctica de responder una observación o reclamo con una acusación para intentar cambiar el foco de atención.

[5] Canciller (Jefe del gobierno alemán).

[6] El partido más fuerte de la extrema derecha alemana.

[7] En Alemania los estados federados y sus municipios son responsables para hospedar refugiados.