Lugares de enunciación de las mujeres afroecuatorianas

Por Francia Jenny Moreno Zapata [1]

Aunque las propuestas de algunas vertientes del feminismo han alcanzado reconocimiento y trayectoria en diversos ámbitos sociales, académicos y políticos, sigue siendo indispensable preguntarse cuál es el lugar de las mujeres afrodescendientes en las organizaciones de base urbanas y rurales frente a esas producciones de pensamiento. Es preciso generar acercamientos y diálogos con aquellas mujeres de ascendencia africana preguntándoles qué piensan y sienten cuando se trata de sus lugares de enunciación. En este artículo se describen y profundizan algunas de las percepciones de las mujeres afrodescendientes organizadas frente a los postulados de las diferentes vertientes del feminismo, pero, de manera especial, se produce un acercamiento a las reflexiones que estas están desarrollando frente a lo que hoy se conoce como feminismo negro/afro latinoamericano.

Varios trabajos académicos [2] que documentan la historia del movimiento social afroecuatoriano y la aparición de las organizaciones de mujeres afroecuatorianas mencionan que la primera organización de mujeres de ascendencia africana en el país, la Conamune [3], se creó en 1999. A pesar de ello, considero necesario explicar que desde finales de la década de los setenta e inicios de los ochenta se produjeron importantes antecedentes de posicionamiento político de mujeres que permitieron que se materialice y se consolide lo que hoy se conoce como el movimiento político y social de mujeres negras/afrodescendientes en el Ecuador.

En 1977 se realizó en la ciudad de Cali, Colombia, el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, con la presencia de personas africanas y afrodescendientes de varias latitudes. Aunque en ese evento la participación de las mujeres fue reducida y marginal, ese espacio permitió ubicar en lugares distintos varias exigencias que ellas estaban posicionando.
Debieron pasar cinco años después del primer Congreso en Cali, en 1977, para que las problemáticas de las mujeres fueran ubicadas en los lugares de importancia que siempre les habían correspondido. En las recomendaciones del tercer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, quedó consignado que la Conferencia de la Mujer Negra de las Américas debería realizarse en Ecuador, en 1984. El evento se denominó El papel de la mujer negra en las Américas, y fue organizado por el Centro de Estudios Afroecuatorianos y la Oficina Nacional de la Mujer, del Ministerio de Bienestar Social.
Tres años más tarde, en agosto de 1987, se realizó un evento denominado II Encuentro Feminista; uno de los puntos centrales de las discusiones de ese espacio fue abordar las maneras en que el racismo afectaba a las mujeres de ascendencia africana que vivían en Ecuador. Algunas de las participantes destacadas de ese evento fueron Carmen Klinger y Cecilia Escobedo, quienes, para ese momento, eran caras visibles del Movimiento Afroecuatoriano Conciencia, MAEC (Antón, 2009).

Estos lugares políticos colectivos muestran que ya desde mediados de la década de los ochenta las mujeres afroecuatorianas estaban dando un nuevo lugar a sus exigencias, desde espacios organizados autónomos y con perspectiva de género femenina. Algunos de los nombres de mujeres afroecuatorianas que alcanzaron reconocimiento y visibilidad política en ese periodo fueron Alodia Borja Nazareno y Mari Quiñónez, de la Confederación Nacional Afroecuatoriana (CNA); Sonia Viveros Padilla, de la Fundación Afroecuatoriana Azúcar; Isabel Padilla, de la Pastoral Afroecuatoriana de Esmeraldas; Vanti Chalá Obando, de la Unidad del Pueblo Afroecuatoriano del Municipio de Quito; Orfa Reinoso Anangonó, de la Federación de Grupos Negros de Pichincha (Fognep); Barbarita Lara Calderón, del Movimiento de Mujeres Negras en el Carchi; Irma Bautista Nazareno, de la Fognep en Quito; Catherine Chalá, de la Pastoral Social Afroecuatoriana; Amada Cortez, del Movimiento de Mujeres Negras de Esmeraldas; Inés Morales, de la Confederación Afroecuatoriana del norte de Esmeraldas; Josefina Orobio, de las organizaciones del Guayas; Erika Angulo, del proceso Afro América XXI en Guayaquil; Esperanza Ruiz, de la Federación de Organizaciones de Sucumbíos (Foaes), y Cléver Chalá, de la Federación de Organizaciones de Sucumbíos (Antón, 2009).

Todo el protagonismo que alcanzaron esas mujeres afroecuatorianas y muchas otras ocurre como consecuencia de las dificultades que afloraron en las organizaciones mixtas en las que estaban involucradas desde hacía mucho tiempo; en esos espacios no se estaban ubicando sus demandas en lugares prioritarios, y ellas tampoco estaban teniendo la posibilidad de ocupar cargos destacados. Con esos antecedentes, en la década de los noventa comienza el periodo de mayor algidez de la constitución de organizaciones y la visibilización política de mujeres afroecuatorianas en la esfera pública; pueden citarse varios ejemplos que dan cuenta de la manera en que estas mujeres articulan sus demandas y exigencias a procesos políticos internos e internacionales.

Continuar leyendo:

*Francia Jenny Moreno Zapata, abogada de la Universidad Santiago de Cali, Colombia; con estudios de especialización superior en Gerencia para el Desarrollo de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador; magíster en Ciencias Sociales con mención en Género y Desarrollo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede Ecuador, y doctora en Ciencias Sociales, con mención en Relaciones de Poder y Cultura Política de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sede Xochimilco, en México.

[2] Algunos ejemplos pueden encontrarse en los trabajos de los intelectuales afrodescendientes John Antón (2009) y Edizon León (2006).

[3] Coordinadora Nacional de Mujeres Negras.