Cuba, mujeres y migración

Actualmente la migración en América Latina enfrenta diferentes desafíos debido a las crisis económicas y políticas de los países en la región. Una de las poblaciones más afectadas por las desigualdades estructurales y la vulneración de derechos fundamentales son las personas migrantes, en particular, la población femenina migrante. Los desplazamientos internos y las migraciones transfronterizas exacerban las desigualdades relacionadas al género, la orientación sexual, la edad, la clase y la raza, sin embargo, la mayoría de los estudios sobre migración no cuentan con un enfoque interseccional que identifiquen estos riesgos, las estrategias de sobrevivencia y las brechas en el acceso a derechos fundamentales como mujeres migrantes.

Para el Programa de Migraciones, dirigido desde la Oficina Región Andina, de la Fundación Rosa Luxemburg resulta clave generar conocimiento sobre las condiciones sociales, económicas y políticas que afectan a las poblaciones vulnerables frente a la migración como producto de las desigualdades estructurales y la violación de derechos humanos en la región. El estudio de caso planteado por Alina Herrera, nos permite conocer, a través de los testimonios de mujeres migrantes cubanas, los embates de la violencia hacia las personas migrantes que buscan llegar a los Estados Unidos y la verdadera cara del “sueño americano”. Esta investigación aporta un ejemplo importante sobre los desafíos de la migración de mujeres y las posibilidades de transformación social actuales frente a este escenario de criminalización de las y los migrantes.

Cuba, mujeres y migración. Cruzando el Río Bravo desde Nicaragua
Por Alina Herrera Fuentes1

Cuba ocupa el quinto lugar de entre todos los países emisores de migrantes a nivel mundial. Esta nueva ola migratoria se encuentra feminizada, tanto en términos cualitativos como cuantitativos. Esta investigación indaga sobre los procesos migratorios que están teniendo lugar en la ruta Cuba-Estados Unidos mediante Nicaragua. El objetivo es describir las dinámicas migratorias conectadas con las economías sumergidas que se estructuran a propósito de la crisis desde una perspectiva de género e interseccional, analizándolas desde categorías como la industria de la migración y feminización de las migraciones. Para ello, se efectuaron varias entrevistas cuyos testimonios engrosan la riqueza de los resultados de la investigación. Se verificó que las desigualdades de género cruzadas con la racialidad, condición socioeconómica, estado civil, orientación sexual, tenencia de hijas e hijos no solo modelan las dinámicas de sobrevivencia que tienen lugar en las rutas transfronterizas, sino también los componentes de la industria migratoria.


El 22 de noviembre de 2021, el Gobierno nicaragüense, a través del Ministerio de Gobernación, estableció “libre visado” para ciudadanos y ciudadanas cubanas que desearan ingresar a Nicaragua.

Para esa fecha, Cuba atravesaba una de sus peores crisis. Cuatro meses antes del anuncio del libre visado del gobierno de Daniel Ortega, había tenido lugar en la isla el estallido social del 11 de julio, conocido como 11J, lo que manifestaba un descontento generalizado con la administración del Gobierno cubano, agudizado por los efectos de la crisis sanitaria a raíz de la pandemia mundial por la COVID-19.

La crisis migratoria encontraba su antesala en este contexto de crisis estructural. Ese libre visado se convertiría así en una “válvula de escape” para aquellos sectores que consideraron migrar por razones de expulsión económicas, políticas o por mejoras de vida personal.

La ruta se disecciona en un primer trayecto legal y regular (mediante vuelos autorizados desde Cuba hacia Nicaragua, en donde habría que demostrar interés turístico por visitar ese país, casi siempre esbozado en “conocer sus volcanes”), y un segundo tramo escabroso, con peligros inminentes para la vida, por el que habría que atravesar distintas fronteras y países de manera irregular hasta llegar a la frontera entre Estados Unidos y México.

No obstante, esta travesía no ha sido experimentada por igual por todas las personas. Marcadores sociales como el género, la pertenencia racial, la orientación sexual, la condición de cuidadoras o cuidadores, la edad, y la clase social, entre otras, han definido las dinámicas migratorias en el vía crucis Cuba-Nicaragua-Estados Unidos, en conexión con otras diligencias de las economías sumergidas y la industria de la migración.

La investigación atiende, por tanto, a dos categorías fundamentales para evaluar la participación de las mujeres en esta última ola migratoria: la feminización de la migración y la industria de la migración. Se aborda desde una perspectiva de género e interseccional que permita visibilizar, fundamentalmente, diferenciales de género, “raza” y condición socioeconómica,.

Además, se realizaron cinco entrevistas a profundidad desde el marco de una encuesta abierta a mujeres cubanas que ya atravesaron la llamada “ruta de los volcanes” y que han llegado a sus lugares de destino, con el propósito de enriquecer la investigación desde privilegios epistémicos y narrativas experienciales que logren corporificar y trenzar los resultados de la revisión estadística, histórica y teórica. Los testimonios ofrecen un valor importante a la investigación, capaz de dotar de cariz humano a las cifras y datos que se ofrecen.

Asimismo, juega un papel crucial el concepto de “industria de la migración”, pues no solo se destacan y describen las dinámicas directas de las redes de participación económica formal o informal (coyotes, prestamistas o reclutadores), sino también el papel que juegan otros actores determinantes en los flujos migratorios internacionales, como las empresas, las agencias y los propios Estados.

Para el caso cubano, que nos ocupa, merecieron especial relevancia en la investigación las políticas de los Estados intervinientes (Cuba y Nicaragua fundamentalmente, y Estados Unidos y México de forma complementaria) como actores de la industria migratoria. Si bien los Estados no procuran obtener de manera directa utilidades económicas, de forma colateral o indirecta pueden beneficiarse de las políticas que se implementen relacionadas a la migración, como el envío de remesas. Por ello, los mecanismos y componentes que integran la industria de la migración dependen, en gran medida, de las políticas migratorias que establezcan los países emisores, de tránsito y receptores, así como de las restricciones que se impongan sobre esos procesos.

En ese mismo sentido se puede evaluar la política de “libre visado” emitida por el Gobierno de Nicaragua, en un convenio bilateral en el que Cuba, tangencialmente, también se beneficiaría con el propósito de aliviar la presión social que provoca la crisis socioeconómica y también política, así como por la generación de flujos de remesas de divisas desde el país de destino hacia el de origen.

Para finalizar, se comprobó que, a pesar de que la ruta Cuba-Nicaragua-Estados Unidos se presente como una vía de fácil acceso para todas las personas que pretenden llegar a ese país, lo cierto es que las mujeres, en general, y las mujeres más precarizadas y con hijos deberán sortear muchos más obstáculos que otros grupos sociales. Esto se debe, precisamente, a la estructura que le impone la industria de la migración a esos flujos migratorios.

Se ha podido comprobar, al menos mediante el análisis de las entrevistas realizadas, que los patrones de feminización de las migraciones en Cuba se repiten en esta última ola: predominancia de mujeres blancas, que viajan solas o determinan migrar con autonomía, en edades fundamentalmente entre los 30 y los 40, con niveles escolares medio-superiores y superiores, en compañía de sus hijos.

Además, las barreras económicas determinan la posibilidad misma de migrar y la calidad (en tiempo y seguridad) de la travesía.

La crisis que vive Cuba hoy, y sus profundas heridas de desigualdad social, moldean asimismo la ola migratoria de “los volcanes”, en donde las mujeres se enfrentan a barreras definidas por su género y por otros órdenes que lo superan.

Descarga Cuba, mujeres y migración. Cruzando el Río Bravo desde Nicaragua