¿Giro a la izquierda en Perú?

El recuento de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú se asemejó a un thriller que se prolongó durante días: al final, el candidato de izquierdas Pedro Castillo (50,13 %) se impuso a la populista de derechas Keiko Fujimori (49,87 %), por un margen de solo 44 000 votos. Sin embargo, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) aún no ha confirmado el resultado, ya que la candidata perdedora habla de fraude e impugnó miles de actas electorales.

Keiko Fujimori es la hija y heredera política del expresidente autoritario Alberto Fujimori (1990-2000), quien destituyó al Parlamento y al Poder Judicial, controló los medios de comunicación y reprimió brutalmente a los miembros de la oposición que no pudo comprar. Dado que el partido de Castillo se considera leninista, la campaña electoral se llevó a cabo, en gran medida, de forma llamativa y emocional, según la lógica del menor de los males: fujimorismo vs. comunismo.

Para entender esta elección histórica, y las perspectivas para los próximos meses, es necesario mirar detrás de esta fachada, especialmente la amplia crisis social en la que se encuentra Perú. En el fondo, los efectos de la pandemia del coronavirus han exacerbado la desigualdad social preexistente y han acelerado la desintegración de un sistema político plagado de corrupción.

Las estrategias contra esta crisis que se han presentado en el curso de las elecciones difieren diametralmente. Castillo confía en una “refundación” política desde abajo, mediante una asamblea constituyente. Pretende apartarse del modelo económico neoliberal, orientado a la exportación, hacia una mayor creación de valor nacional y una redistribución institucionalizada. La respuesta de Keiko Fujimori al sistema político deslegitimado es un gobierno autoritario, con programas clientelistas para combatir la pobreza y asegurar la lealtad. 

Ninguno de estos enfoques ha recibido una clara mayoría. Además, la disputa por los resultados electorales no solo se libra legalmente, sino también en las calles de Perú. Hay también llamamientos a la intervención militar. Esto significa que la inestabilidad política de los últimos tres años, en los que el país ha tenido cuatro presidentes, no llegará a su fin por el momento.